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La leucemia en los gatos

La leucemia en los gatos es una enfermedad viral provocada por un retrovirus que afecta sistema.
Desgraciadamente esta enfermedad puede ser transmitida de manera fácil por medio de la saliva o las secreciones nasales con otros gatos perjudicados con la misma enfermedad.
Los síntomas de la afección por esta enfermedad son variadísimos, desde pérdida de apetito, de pelaje, infecciones cutáneas, enfermedades bucodentales o pérdida de peso, convulsiones, pancitopenia, estomatitis, diarrea, ictericia o anemia.
La leucemia afecta principalmente al sistema de protección inmune o linfático y también al sistema hepático que se relaciona con estas funciones de protección del cuerpo.
Las madres pueden infectar a sus cachorros ya sea antes de nacer o en el periodo de lactancia.
Síntomas de la enfermedad
Los síntomas dependen de lo avanzada que se encuentre la enfermedad y de como evolucione.
Al afectar al sistema linfático y este estar compuesto por ganglios linfáticos, seguramente pueda advertir en el animal ganglios inflamados que advierten del virus que el gato lleva dentro.
De igual forma pueden crearse tumores, normalmente en los pulmones o incluso en los riñones del gato. Ahí es imposible advertirlos a simple vista o con el tacto.
Uno de los síntomas que además presentan son las alteraciones en los glóbulos sanguíneos, tanto los rojos como los blancos. De exactamente la misma forma puede afectar a la medula de manera permanente, presentándose también la leucemia.
El gato puede verse perjudicado por infecciones como la conjuntivitis, tos o infección renal.
Diagnóstico, tratamiento y prevención
Al menor de los síntomas debemos llevar al animal al veterinario para que este decida si realizar una biopsia o examinar la sangre del animal, de ello dependerá de si es tumoral o no.
Cuando se detecta el virus el daño ha empezado, se empieza con tratamientos que pueden ser de aislamiento si convive con más gatos, la ingesta de medicamentos que ayudasen a activar sus sistemas de defensa y antibióticos para inspeccionar la enfermedad.
Este virus una vez contraído sigue en el organismo del gato y no se han encontrado tratamientos para quitarlo.
En lo referente a la prevención, lo ideal son las vacunas anuales para reducir el riesgo de contagio. Aunque nuestro animal esté vacunado no es conveniente que entre en contacto con gatos de los que ignoremos su salud. Pero recuerda de mantener al día el calendario de vacunación.